Cómo escribir una escena de crimen que huela a vómito, sangre y mala leche

Aprende a escribir una escena de crimen realista que revuelva el estómago y atrape al lector desde la primera línea.

PARA ESCRITORES

J. Tremico

8/23/20253 min read

Escribir la escena de un crimen realista, esa que podría hacerte vomitar sangre y mala leche, vendría a ser algo así:

«Las cabezas están vacías», dijo Rodríguez mientras se limpiaba la comisura con la manga. El inspector Ortega pensó que ese detalle era lo más bonito que había visto en todo el local. Había sangre hasta en el techo. Y cristales. Y mierda.

(Interpretación libre de la novela Crema de calabaza)

Cuando la ficción huele a cloroformo

Hay dos tipos de escenas de crimen en la literatura: las que parecen escritas con guantes de látex y las que huelen. Las que rezuman. Las que manchan.

Si vas a escribir una novela negra, mínimo deberías plantearte que el lector se revuelva un poco en la silla. No por el gore. Por lo humano.

Hoy te cuento, desde dentro del oficio y desde el hedor de los bajos fondos, cómo escribir una escena de crimen realista que impacte de verdad.

Y que no parezca diseñada por un robot con miedo a mancharse.

El crimen como detonante emocional

El error más común: usar la escena de crimen solo como decorado. Como un pretexto para que arranque la trama. Como si fueran telones de fondo con un cadáver plantado al centro y dos polis fumando.

No. El crimen no es solo una acción. Es una carga emocional.

Es la grieta por la que se cuela todo lo demás: el trauma, el miedo, la culpa, el asco, la obsesión. Para el lector. Para el investigador. Y para ti, el que escribe.

Antes de escribir, pregúntate:

  • ¿Qué le provoca al personaje estar ahí?

  • ¿Qué le recuerda?

  • ¿Qué oculta?

Cuanto más emocional sea la escena, más impactará incluso sin necesidad de mostrar nada explícito.

Usa los cinco sentidos… pero bien

No satures. No conviertas esa escena de crimen realista en una lista de olores y colores. Pero tampoco seas cobarde.

No digas solo «el cadáver estaba frío». Dime que la piel parecía la loncha de pavo del día anterior. Que los dedos estaban tán rigidos como los del abuelo cuando se enfadaba.

Algunas claves:

  • Vista: manchas, patrones, pequeños detalles (una cuerda que no cuadra, una taza en el suelo).

  • Oído: silencio roto, zumbidos, gente que susurra.

  • Olfato: el asco entra por la nariz. La sangre huele. El miedo también.

  • Tacto: pegajoso, frío, cómo resbalan los cristales.

  • Gusto: si alguien vomita, está servido.

Y por favor: no uses «olor a hierro». La sangre huele a sangre. Huele a todo lo que hay en ella. A miedo, a tripa, a adrenalina. Dale tu propio lenguaje.

El desorden cuenta una historia

Escribir una escena de crimen que sea realista es un lenguaje. El orden (o el caos) de los objetos habla.

Piensa como detective: si todo está impoluto salvo una taza, si hay dos sillas mal colocadas, si la televisión está encendida, eso dice algo.

Haz que el lector sienta que está reconstruyendo el crimen contigo. No se lo des mascado. Invítale a mirar.

No te olvides de los vivos

Los cadáveres no hablan, pero el resto de personajes sí. Un forense con arcadas. Un poli que hace bromas para no llorar. Un periodista que se cuela solo por tener algo que contar en la cena.

Los que están presentes en la escena también la construyen. Su reacción es clave para calibrar el impacto del crimen.

Y si el inspector está curado de espanto… que lo esté. Pero cuéntame desde dónde.

No hace falta que expliques todo (aún)

Una buena escena de crimen no es CSI: Miami. No tienes que dejarlo todo claro en el capítulo uno. De hecho, mejor si no.

Deja huecos. Cabos sueltos. Datos contradictorios. Cosas que no cuadran.

Eso es lo que haría Ortega. Duda de todo. Vomita si hace falta. Y vuelve a entrar.

Ensáciate de muerte, pero con estilo

Si algo he aprendido escribiendo escenas de crimen, es esto: la muerte en sí no impresiona. Lo que sacude es el eco que deja.

Haz que tu escena huela. Que incomode. Que revuelva. Pero que no sea gratuita.

Y si vas a mancharte, manchate bien. Con literatura.

Si quieres ver estas técnicas aplicadas en carne viva, dale una vuelta a Crema de calabaza. O suscríbete a «La voz en off». Hay más disecciones por venir.